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El Risueño Jabalí - Blog de Restaurantes

Restaurante El Jardín de Miguel Angel

Restaurante El Jardín de Miguel Angel

El pasado sábado organicé una cena para celebrar mi cumpleaños y como estaba haciendo buen tiempo, decidí elegir una terraza para dicha cena. Craso error.

Elegí este restaurante porque ya había estado varias veces (de hecho vamos casi todos los años alguna vez), ya que es una terraza fantástica, muy bonita, con mucha vegetación y donde se suele pasar una velada muy agradable.

Todo comenzó bien, tomando un aperitivo (vinos blancos y cervezas) mientras llegaban todos los invitados (finalmente fuimos sólo siete personas) en la mencionada terraza, con su buen servicio de mesa (copas grandes, buena vajilla y mantelería) pero desgraciadamente comenzaron a caer gotas. Aguantamos unos minutos pero como iba cada vez a más, el maitre nos sugirió pasar dentro cosa que aceptamos. A partir de aquí, la velada no fue ya lo planeado, y no lo digo sólo por tener que comer dentro (nos llevaron a lo que parece el comedor que se usa para servir desayunos en el hotel), sino por el desastroso servicio que vino a continuación. Describiré primero lo que pedimos y después lo que sucedió durante la cena.

Tras estudiar la carta, nos decidimos por compartir cuatro entrantes: las Hamburguesitas de Langostino, el Foie de Oca, las Croquetas melosas de langostinos y los calamarcitos a la plancha, no sin antes advertir al maitre que hubiese al menos una hambueguesita y una croqueta para cada uno ya que uno es "perro viejo" en estos temas y sabía que podía pasar que traigan raciones con un número inferior de unidades que de comensales.

De segundo plato pedimos dos raciones de Tatami de Atún Rojo, una de Lomo de Cabracho, una de Lubina salvaje, una de Aleta de Raya (la mía, por cierto) y tanto Eli como Celia se decidieron por la Pularda Rellena. Sólo comentaré que tanto los entrantes como los segundos estaban muy buenos.
Para acompañar, pedí de la corta y mal seleccionada carta de vinos un D.O. Rioja, Contino Reserva 2004, que nos trajeron en una cestlla de sevir (cosa que no le hace falta a un vino de sólo 5 años, ya que las cestillas están pensadas para vinos de guarda que llevan mucho tiempo en botella en posición horizontal y a los que hay que tratar con cuidado y mantener la posición horizontal, ya que si se pone la botella en posición vertical los posos del vino se pueden extender por toda la botella).

Lo peor fue lo que sucedió con el servicio. En primer lugar nos pusierion la ración de hamburguesitas de langostinos con una rase del maitre acompañando: "Una para cada uno...". Mi sorpresa fue mayúscula cuando tras mirar la ración aprecié que sólo había seis hamburguesitas. A todo esto, podemos comentar que el vino lo habían abierto y no lo habían servido. Mi pareja quiso servirlo pero la detuve porque las copas que había en la mesa sólo eran aptas para agua, en ningún caso para un buen reserva como era el caso. Tras expresar nuestra queja al maitre, éste solicitó otra ración a la cocina. Una vez que nos habían empezado a servir los entrantes tuvimos que reclamar que nos sirviesen el vino, ya que, como ya he comentado, no lo habían hecho. Pues bien, aoparece el camarero, y ¡me intenta servir el vino en las inapropiadas copas que teníamos! Obviamnente se lo impedí y le pedí copas grandes, así que nos empezó a traer unas copas ligeramente más grandes, pero que nada tenían que ver con las enormes Schott-Viesel que teníamos en la terraza (y que yo había alabado mientras nos tomábamos el aperitivo). Comentar también que no todas las copas eran iguales... Otro detalle negativo en el servicio del vino es que abrieron una segunda botella sin preguntar si quiera si la queríamos (que obviamente la queríamos), cosa que no se debe hacer jamás.

Bueno, pues ahí no quedó la cosa, cuando nos trajeron los segundos platos, Eli le comentó a Celia: "¿Pero tú no habías pedido lo mismo que yo?, dado que los platos que les habían servido a ambas eran manifiéstamente diferentes, aunque ambos de carne. Celia contestó que sí y se lo comentamos al camarero, que miró la comanda y dijo que él tenía apuntado para Celia la Gacela en lugar de la Pularda. Le contestamos que estaba mal puesto que ella había pedido Pularda y el camarero tiene la desfachatez de decir: "Pues la gacela está también muy buena..." y se queda esperando a ver si "cuela" y puede dejar el plato. Le pedimos que lo cambiase, cosa que hizo no sin volver a comentar que él tenía anotada una de gacela, como para dejar claro que no era culpa suya (cosa que ya sabíamos).

Al llegar el turno de los postres el camarero nos empieza a recitar los postres nombrando sólo tartas, sorbetes y helados mientras que el maitre hace su aparición con las cartas de postre, cortando el "recital" del camarero con un "también tenemos estas cartitas..." y comienza a darnos las cartas de postres (que por cierto, trajo sólo cuatro para todos). Pablo y yo no pedimos la Isla Flotante, José Antonio el Milhojas de Chocolate y además hubo dos que pidieron helados mientras que Pepe se tomó un tradicional Sorbete de Limón al Cava. Puies bien, los elaborados postres de la carta marcaban 10€ (me pareció caro, pero bueno, tampoco era para tanto, los he visto más caros) y tanto los helados como el sorbete los cobraron al mismo precio lo que ya me parece abusivo. No se puede cobrar lo mismo por un postre elaborado como la Isla Flotante que por unas simples bolas de helado.

Y, para finalizar cuando nos traen la cuenta (y digo nos traen porque no la habíamos pedido y nos la trajeron con la excusa de que se iba la cajera...) se hace realidad lo que nos temíamos, aparece la ración de gacela en la cuenta en lugar de la de Pularda (casualmente el plato era 7€ más caro). Por supuesto que lo cambiaron sin rechistar, pero fue un a muestra más del desastroso servicio.

Todo esto por 492,20€, un precio que hubiese pagado muy contento si la cena se hubiese desarrollado con normalidad en la terraza y no hubiésemos sufrido un servicio tan lamentable. Porque digo yo, si los precios que te cobran dentro son los mismos que afuera, ¿por qué el servicio no es igual? ¿por qué pretenden servirte un vino de 33€ la botella en copas de bar de menú del día cuando en la terraza tiene copas apropiadas? No lo entiendo ni lo entenderé. ¿Es que como tuvimos la mala suerte de que nos lloviese y de tener que celebrar la cena en un entorno mucho peor además el servicio de mesa tiene que ser malo? Para mi el precio de una comida en un restaurante no lo fija sólo la materia prima y cómo está cocinado, sino también el local y, por supuesto, el servicio que como digo fue lamentable.

En resumen, tardaré en volver (si es que lo hago alguna vez) a esta que era una de mis terrazas favoritas de Madrid, en la que cobran como si fuese un restaurante de nivel y me han dejado claro que no es así.

Para terminar, puntuaré (0 mínimo - 10 máximo)

Local: 9 (terraza), 6 (interior) 

Comida: 8

Servicio: 2

Precio: 60-80€/pers.

Ficha:

El Jardín de Miguel Angel

Dirección: Miguel Angel 29-31

Localidad: Madrid

Distrito: Chamberí

Metro:  Gregorio Marañón

Teléfono: 914420022

Días de cierre: No cierra.

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